Recogí en tú piel
rocío de ayer,
que quizás la
carcoma borró de mi ser.
Busqué en los
surcos de mi memoria,
aquella por la
que los ríos de tus besos,
dejaban residuos
del cariño que me dabas
y allí la tenue
fragancia de tú afán cansino,
el duro camino
por el que pasabas
sembrando
sonrisas me trajo a la mente
y viajé por él
tratando de recoger los frutos,
que quedaran en
los muros, en las piedras,
como un
inmigrante peregrinando a mi Meca.
Pero los
coleccionistas de fetiches ajenos,
se habían llevado
hasta las huellas del calzado,
así pues hube de
imaginarme el periplo,
por el bagaje de
mi cantimplora
y los ánimos de
las gentes que al pasar me decían,
¡buen camino,
peregrino!
Imagen recogida de dibujos de Google
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